la novena de venus 2025

La Medicina de Venus: el arte de volver al centro

Todo comienza tras un final, y ese final puede ser un corte.

La imagen ancestral del nacimiento de Venus nos habla de una herida primordial, un acto liminal de separación que posibilita el surgimiento de lo nuevo. En la mitología griega, Urano, el Cielo, es castrado por su hijo Cronos (Saturno), y de la espuma del mar mezclada con su semen nace Afrodita, la diosa del amor, la belleza y el deseo. Esta escena mítica es una metáfora poderosa que explica lo que ocurre cuando decidimos poner un límite al caos.

Hoy quiero abordar el arquetipo de Venus y su importancia para la mujer contemporánea. Podríamos hablar de ella desde muchos ángulos, tal vez en otras ocasiones. Hoy nos centraremos en la necesidad de recuperar la energía de Venus cuando la hemos relegado al final de nuestras prioridades, como nos ha sucedido a muchas mujeres, entre las cuales puedo incluirme.
Pero creo que hoy no tomará ella tan directamente la palabra; más bien siento a la élder que llevo dentro queriendo compartir sabiduría de la experiencia y del estudio. Vayamos entonces con el tema:

Venus, Saturno y la recuperación del eje interno

Urano representa la fuerza creadora sin dirección, un impulso que crece sin forma ni medida, como nuestras vidas cuando priorizamos todo menos a nosotras mismas. Ese caos puede surgir de relaciones absorbentes, de la entrega desmedida al trabajo, a la maternidad, a los ideales colectivos. Saturno aparece entonces como una función psíquica que dice basta, que traza un borde y reclama orden. Es la parte de nosotras que despierta cuando ya no podemos más, cuando sentimos que hemos extraviado el eje y necesitamos recuperar el centro.

Y es justamente allí, en esa grieta, donde brota Venus.

Venus no surge del control ni de la represión, sino del caos transformado. Es la armonía que nace después del límite. La belleza que se revela cuando dejamos de estar atrapadas por nuestros miedos y creencias, o por querer serlo todo para todos, o simplemente cuando queremos que nos quieran.
Cuando soltamos lo que ya no corresponde, la Diosa se manifiesta: desnuda, íntegra, soberana. Su medicina comienza cuando decidimos volver a nosotras, a nuestro cuerpo, a nuestra verdad.

El Arquetipo de Venus: Entre la Idealización y la Inspiración

Venus es la imagen arquetípica del magnetismo natural, de la atracción que no necesita imponerse porque simplemente es. Contiene en sí misma la geometría de la flor, la simetría de una caracola, la proporción que nos conmueve porque expresa un orden profundo.

Pero en nuestra cultura, esa proporción se ha convertido en obsesión. En vez de guiarnos por la armonía interna que Venus encarna, muchas veces hemos sido conducidas a compararnos con ideales de perfección imposibles, inalcanzables, deshumanizantes.
Nos olvidamos de que Afrodita es una diosa, y que nosotras, aunque portadoras de lo sagrado, somos humanas.

Ella representa una energía universal, un patrón del inconsciente colectivo que nos guía hacia el equilibrio, pero no espera que lo encarnemos literalmente. Más bien, nos invita a crear con esa inspiración. No a ser perfectas, sino a convertir la vida en arte. A recordar que la armonía no es simetría, sino coherencia: entre lo que sentimos, lo que necesitamos y lo que expresamos.

Venus como Principio de Autoestima y Poder Femenino

Venus rige el principio del amor: amor que empieza por dárselo a una misma. Es el planeta Yin por excelencia, símbolo del recibir, del autocuidado, del deleite, de la ternura encarnada. Su energía no empuja, no exige. Ella atrae.

Desde la psicología arquetípica, una Venus integrada no busca validación externa, sino que irradia desde el interior. Se expresa en la capacidad de gozar, de saberse digna, de cuidar el cuerpo como un templo.
Una mujer conectada con su Venus se reconoce como fuente: de placer, de belleza, de sabiduría, de vida.

Y como toda diosa que nace del mar, Venus sabe de ciclos, de oleajes, de transformación. Esa capacidad de amar y de gozar también tiene sus ciclos, y se modula en el tiempo, expresándose de forma diferente. Venus nos enseña a honrar el deseo como una forma de autoconocimiento, como lenguaje sutil del ser, como territorio sagrado donde se revela lo que aún no hemos dicho en voz alta.

El Entorno que Acompaña la Floración de Venus

Cuando Venus emerge, según el mito, es recibida y vestida por las Horas, las diosas de las estaciones. Esta imagen es profundamente simbólica: por un lado, nos recuerda que el florecimiento femenino es bienvenido y acompañado.

La primavera no se impone: llega cuando es su tiempo. Así también nuestra expresión más auténtica no puede forzarse; surge por maduración interna. Pero una vez que decidimos mostrarnos, hay fuerzas que se alinean para celebrarnos.
La medicina de Venus también nos enseña a permitirnos ser vistas, admiradas, valoradas. Aunque a veces nos asusta recibir esa admiración, por miedo a ser tildadas de engreídas o superficiales, frenando así nuestro propio florecer.

Aspectos Curativos de Venus para la Autoestima Femenina

  • Autocuidado y placer:
    ¿Es el disfrute un lujo? Según Christiane Northrup, desde la biología, no lo es: es una nutrición celular. Sus estudios concluyen que cultivar el placer —sexual, emocional, creativo y espiritual— estimula la producción y circulación del óxido nítrico, lo que aporta vitalidad y sensación de felicidad.
    Venus nos enseña que rodearnos de belleza, tocar lo suave, saborear lo delicioso, descansar sin culpa, es medicina profunda. Cuando una mujer se cuida con amor, su autoestima florece como una rosa abierta al sol.
  • Reconexión con el deseo auténtico:
    ¿Qué me gusta de verdad? ¿Qué me enciende? ¿Qué me nutre? Preguntas simples que pueden cambiarlo todo. Reconocer nuestros deseos sin censura es una forma de volver a nuestro centro.
  • Sanar la relación con nuestro atractivo:
    Venus no responde a estereotipos, ni se expresa solo en la juventud. Es redonda, curvada, cambiante. Se manifiesta en cada mujer que se atreve a habitar su cuerpo con gozo.
    La sensualidad no es un atributo, es una presencia.
  • Recordar que venimos de una mujer:
    La energía de Venus es poder ancestral. Es la fuente creativa y nutricia que ha sido silenciada o idealizada, pero que nunca ha dejado de latir en lo profundo. Conectar con Venus es honrar ese linaje de poder, placer y sabiduría.
  • El cuerpo de la mujer como recipiente de lo divino:
    El cuerpo es vía directa de conexión espiritual. El poder de gozar de la vida es también un poder interior: nos fortalece, nos libera de la dependencia y nos devuelve la soberanía.
la novena de venus

El Arte de Vivir con Venus

La medicina de Venus no se trata de encarnar un ideal, sino de cultivar una forma de estar en el mundo: presente, gozosa, receptiva, creativa. No es una meta, sino una práctica viva.

Cada día, cada noche, somos tejedoras de belleza. Nuestra existencia, con sus heridas y sus milagros, es ya una obra en proceso. Y Venus, con su espejo, su rosa y su perfume, no viene a decirnos cómo deberíamos ser, sino a recordarnos quiénes somos cuando volvemos a nuestro centro.
Esa es su medicina.

Venus y el Empoderamiento Femenino: Florecer desde el Centro

Cuando hablamos de empoderamiento femenino hoy, solemos asociarlo a romper techos de cristal, ocupar espacios públicos, lograr independencia económica o poner límites firmes. Y todo eso es parte del camino.

Pero hay un poder más sutil y radical que a menudo olvidamos: el poder de sernos fieles.

El poder de habitar el deseo propio, de cultivar placer sin culpa, de dar forma a la belleza desde dentro. Y ahí es donde la medicina de Venus despliega toda su alquimia.

Venus no entra en la batalla. No se justifica ni se endurece para ser aceptada. Su poder reside en su presencia, su magnetismo interno, su coherencia.
Es una diosa que no pide permiso para florecer.

Su medicina nos recuerda que el primer acto de empoderamiento es atrevernos a gustarnos a nosotras mismas, antes que ser gustadas por los demás.

En tiempos en que muchas mujeres siguen cargando con las exigencias de un mundo que valora la productividad por encima del bienestar, recuperar a Venus es un acto revolucionario.

Porque su mensaje es este:
Tu valor no se mide por lo que haces, sino por lo que eres.

Y cuando una mujer empieza a creer eso, todo cambia.

El empoderamiento venusino no es una afirmación vacía frente al espejo, un simple “ámate a ti misma”.
Porque, ¿cómo se hace eso?
¿Cómo se recupera el amor propio cuando parece perdido?

Se hace cultivando una relación viva con una misma.
Abriéndonos a conocernos, a tocarnos con ternura, a mirarnos con los ojos del alma, no con los de la crítica.
A veces, implica sumergirse en un proceso terapéutico, hasta volver a escuchar esa música interna que nos guía hacia lo que es verdadero y bello para nosotras, más allá de modas o mandatos.

Porque la Diosa de la Belleza no responde a estereotipos.
Ella es muchas.

Al recordar su nacimiento, emergiendo del mar y siendo recibida por las Horas —las estaciones—, comprendemos algo esencial: que, aunque encarne un arquetipo de la juventud, su presencia habita todas las etapas de la vida.

El empoderamiento, desde esta mirada venusina, no es un molde que seguir.
Es una expresión singular.
No hay una única forma de irradiar belleza.

Venus se expresa en el arte de la escucha, en la voz que sabe decir “no”, en el descanso profundo, en el erotismo creativo, en la madre que se cuida para cuidar, en la mujer que baila sola en su habitación, en la que elige el silencio, en la que se vuelve a mirar con amor.

Recuperar a Venus en nuestras vidas es recuperar el derecho a desear sin culpa, a gozar sin permiso, a brillar sin pedir disculpas.

Y eso, aunque no se vea reflejado en cifras o logros visibles, es empoderamiento profundo.
Porque una mujer que se gusta, que se cuida, que se honra, se convierte en una fuente de belleza y autorrespeto para todo su entorno.

Afrodita no representa el amor romántico, como a veces se la confunde.
Ella nunca sufrió por amor.
Más bien, encarna el amor propio que irradia.
Un centro femenino que no gira en torno a otro, sino que atrae desde su propio eje.

La expresamos cuando no nos definimos por las expectativas ajenas, sino por lo que deseamos crear.

Cuando honramos esa fuerza viva en nosotras, cuando creamos belleza con nuestra forma de vivir, estamos sanando siglos de exilio de lo femenino.

Estamos recordando que no necesitamos encajar para pertenecer.
Que ser auténticas es nuestra manera más profunda de contribuir.

Y entonces, ese empoderamiento deja de ser algo individual:
se vuelve medicina para un mundo tan necesitado de gozo.

Venus y el Cultivo de la Autoestima: Volverse Templo para una Misma

La autoestima, en el lenguaje del alma, no es una frase positiva que repetimos frente al espejo.
Es una relación sagrada con nosotras mismas.
Es la manera en que nos miramos cuando nadie más nos ve.
Es la voz interna que nos sostiene cuando fallamos, cuando temblamos, cuando no sabemos.

Y es ahí donde la medicina de Venus comienza a obrar.

En el mapa del alma, Venus representa el principio que nos enseña a amar lo que somos sin condiciones previas. No como un acto narcisista, sino como una forma de honrar la vida que late en nosotras.

Su energía no exige perfección, sino presencia plena.

Venus no dice: “Serás valiosa cuando logres tal cosa”, sino:

Eres valiosa porque estás viva.
Porque sientes.
Porque eres única.

En su danza, la autoestima significa dejar de perseguir versiones idealizadas de nosotras mismas, y habitar este cuerpo que tantas veces hemos querido cambiar.
Habitar esta piel que guarda memorias de nuestras luchas y renacimientos.
Habitar este rostro que, con el paso del tiempo, se ha vuelto más verdadero.

La autoestima, desde Venus, es un proceso de reencantamiento.

Es volver a mirarnos con los ojos del alma.
Es recordar que la belleza no se mide: se percibe.
Y que cuando una mujer se honra, se cuida, se ama, no permite ser maltratada —ni por otros, ni por sí misma—, algo profundo sana adentro.

1. Venus como Energía Yin en Equilibrio con el Yang

Venus es el principio receptivo.
Receptivo, sí; pasivo, no.

Abre los brazos para recibir, pero también para dar, en equilibrio.
Y la autoestima también se construye desde ahí: no sólo a base de logros, sino también en la capacidad de dejarnos tocar por la belleza, por el amor, por las palabras amables.

Cuando nos permitimos recibir sin justificar, gozar sin culpa, descansar sin remordimiento, estamos honrando a Venus.
Y en ese gesto íntimo, cultivamos nuestro valor propio.

2. La Conciencia del Presente como Portal Venusino

Venus nos conecta con el aquí y ahora.
El placer no se encuentra en el pasado ni en el futuro: se halla en la capacidad de estar presentes en lo que sentimos.

Cuando comemos con conciencia, cuando respiramos el aroma de una flor, cuando sentimos la suavidad de una tela sobre nuestra piel, estamos practicando una autoestima silenciosa:
la de quien se considera digna de disfrutar.

Porque el gozo cotidiano es un acto de afirmación del alma.
Y toda afirmación verdadera cura.

3. Fertilidad Creativa: Parirnos a Nosotras Mismas

Venus también es fertilidad: no sólo la de dar vida a otros seres, sino la capacidad de crear vida a partir de nosotras mismas.

Cada vez que nos atrevemos a hacer algo bello —un poema, una comida, una danza, un proyecto vital—, estamos encarnando su energía.

Y eso fortalece nuestra autoestima, porque sentimos que tenemos algo valioso que ofrecer.

Así, la autoestima se convierte en una relación creativa con la vida.
Una forma viva de decir: «Confío en lo que brota desde mí.»

Retiros y Viajes con Gabriella Robles

4. La Mirada Interna: Sanar el Vínculo con Nuestro Atractivo

Uno de los venenos más persistentes contra la autoestima femenina ha sido la comparación.

Nos enseñaron a medir nuestra belleza con estándares externos: inalcanzables, cambiantes, fríos.
Pero Venus no responde a esa mirada ajena.

Ella se reconoce desde dentro.

Nos invita a habitar nuestra sensualidad sin culpa, a celebrar nuestras formas, nuestros colores, nuestras texturas como expresiones únicas del arte de la vida.

Cuando sanamos la relación con nuestro cuerpo, cuando nos gustamos desde adentro, algo esencial se reordena: dejamos de mendigar validación y empezamos a florecer como quien admira una flor sin necesidad de cortarla.

5. El Arte de Gustarnos: Autoconfianza y Magnetismo

Una Venus sana no se esfuerza por atraer: emana.

Porque ha hecho el trabajo interno de aceptar su singularidad, de cuidar su templo, de nutrir su alma.

Desde esa raíz de autoestima cultivada, florece un magnetismo natural: una fuerza suave que atrae sin competir, que inspira sin apagar a nadie.

El verdadero empoderamiento venusino es este:

Gustarte tanto, tan auténticamente, que no necesitas mendigar amor.
Y desde ahí, amar mejor.
Elegir mejor.
Darte a ti misma lo que antes esperabas que viniera de fuera.

Así, la autoestima deja de ser una meta para convertirse en un modo de estar en el mundo:
con los pies en la tierra, el corazón abierto y la mirada suave.
Siendo fiel a ti.
Cuidando tu energía.
Celebrando tu camino.

Una Invitación

Si sientes que algo de todo esto toca tu corazón…
Si anhelas un espacio donde reencontrarte con tu suavidad,
donde recordar cada día que eres sagrada,
entonces estás invitada a La Novena de Venus.

Tal vez como un regalo para el Día de la Madre,
aunque no seas madre de criaturas humanas,
sino madre de tu propio camino,
de tus procesos, de tu cuerpo, de tu alma.

La Novena Venusina es un recorrido íntimo, simbólico y psicocorporal,
en el que cada día recibirás:

  • Una meditación guiada con un objeto simbólico de Venus,
  • Una reflexión psicoemocional,
  • Y una práctica amorosa para cultivar tu belleza interior.

También puedes regalar esta experiencia a una mujer que ames:
a tu madre, a tu hija, a una amiga del alma,
a esa hermana que sostiene silenciosamente el mundo y ha olvidado mirarse con dulzura.

Comenzamos el 2 de mayo.
Puedes elegir la versión gratuita o la versión completa.
Inscríbete desde este enlace: Novena de Venus

Y si sientes que este mensaje puede tocar el alma de otra mujer,
compártelo.

Porque cada semilla de amor que sembramos,
también es medicina para el mundo.

Si quieres profundizar aún más en esta reflexión, te invito a ver este vídeo que he preparado especialmente para esta ocasión:

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