Retiros y viajes

Nací en León. Recuerdo mis primeros cumpleaños subida a la mesa de la cocina bailando vestida de gitana con volantes blancos y lunares azules. En el patio de casa teníamos conejos y me encantaba llevarlos de paseo en mi cestita rosa. Luego me flipé con las plantas y flores, con los baños en el río y las salidas al mar.

Recuerdo que cuando llegaba la primavera había días en que todos los niños de la calle salíamos a jugar; el resto del año, leíamos tebeos y cuentos. También cosía vestiditos y tiendas de campaña para equipar a mis muñecas, en las aventuras que les esperaban  junto a las muñecas de mi hermana y de mis amigas.

Esta es la parte radiante de mi infancia, la de mi niña feliz, que convivía con una negra oscuridad. Creo firmemente que me sostuvo y me dio aliento para continuar. Pero con el tiempo, como suele pasar, yo también dejé de jugar. Eso ya no va a suceder más.

Después de muchos descensos a mis cavernas oscuras para morir y renacer, y acompañar como psicóloga los descensos de otras personas en su complejidad psíquica, me doy cuenta de lo importante que es regresar a lo sencillo, al puro lujo de tener tiempo para relajarse, para reír en compañía y celebrarnos tal como somos;

al placer de habitar el propio cuerpo y de cuidarlo, para bailar la vida.

Durante los últimos años he dado espacio a la liberación de mi voz, al canto y a la danza; también a la palabra, el color y la escritura.

He guiado grupos de profundización en el libro: “Mujeres que corren con los lobos” y actualmente estoy certificándome en Qi Gong de la Mujer.

Desde la sencillez y la alegría combino estas herramientas en los retiros y viajes surgiendo así una metodología orgánica que facilita en cada momento lo que el grupo necesita.